Celama, el mar y el regresarse

Durante mucho tiempo me limité a darle vueltas de vez en cuando en la cabeza: Celama. Siendo como era tan sólo una palabra, tenía, sin embargo, el peso del universo que es. Pero yo no mas lo rondaba, mientras en mi imaginación lo sentía presente y más tangible que muchos territorios que sé que existen por los mapas, los noticiarios o los libros de historia.

Ofrecí a Celama por mucho tiempo resistencia, como a esa corriente invisible, poderosa, impasible, que nos puede llevar sin remedio mar adentro. Y es que tiraba y tiraba de mí, aunque yo no supiera -y creo que eso a él le gustaría- quién era su creador. Supongo que esto me pasó porque cuando miro el mar no me suelo acordar de ningún dios. Luego me he dejado llevar.

Parece ser que llevo bastante tiempo -en realidad, muchísimo tiempo- mirando al mar. Incluso algún amigo hay que me ha puesto bajo la categoría de R.I.P. -no, no me ofendo, pues qué razón ha tenido. Lo cierto es que me ha hecho mucha gracia que, después de muerta, pueda una seguir pintando algo. Desde aquí un saludo, Panta-, mientras que otros amigos me piden que me regrese, curiosa expresión reflexiva y muy afortunada.

Pues bien, he cambiado la carátula y me regreso. Alguna cosa más habría que cambiar por ahí aunque una siga siendo la misma, pues eso es inevitable. Magritte sigue presidiendo la mesa y, pese a que no ha estado nada mal, cierro definitivamente la marea de comentarios sobre gatos. Con los cuatro que ahora mismo tengo ya voy sobrada.

Y a Celama… cuidado con ir, que a veces no se vuelve. 

Celama, según Alejandro Emilio Fernández

Celama, según Alejandro Emilio Fernández

3 pensamientos en “Celama, el mar y el regresarse

  1. Me alegro de que te guste el nuevo diseño.
    A ver si me voy incorporando poco a poco. He estado tan liada y esto del blog absorbe tanto que, realmente, no me sentía capaz de volver y «guardar la ropa».

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