Amor, muerte y poesía

               A raíz del penúltimo post sobre el soneto 73 de Shakespeare ha surgido un breve pero interesantísimo duelo lírico con Panta en la sección de comentarios que creo se merece una entrada propia. Acaso sea una cuestión de bipolaridad o de antipodalidad -la relación semántica entre términos como Norte y Sur (¡menudas palabrejas tiene una que estudiar!)-, pero en cierto modo amor y muerte parecen (sólo parecen) términos contrapuestos en la lírica, representaciónes simbólicas respectivas del anhelo de inmortalidad y la inevitabilidad del fin, positivismo y negativismo, euforia y desesperación. Por lógica, la muerte habría de vencer: es la más fuerte porque es inexorable. Sin embargo, el poder trascendental del amor la desafía y, a veces, la derrota. Algo logra permanecer, perdurar, si el amor es más que inmenso, cosa excepcional pero no imposible, y así algunos amores logran que la victoria de la muerte sea solamente parcial.

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               Este tema me parece muy interesante y atractivo -en su día quise que amor y muerte firmaran un armisticio y escribí el relato Kore-, y creo que ha dado de los mejores frutos en la lírica de todos los tiempos (y no sólo en la lírica: véase el fotograma de al lado, de El Séptimo Sello). Precisamente de eso trataba el duelo: amor vs. muerte, permanencia vs. acabamiento. A la afinidad entre Shakespeare y Quevedo tan bien sugerida por Panta se me ocurrió contraponer al anticlimático Manuel Machado. Panta me la ha devuelto con Miguel Hernández y yo he contraatacado con Thomas Gray. Reconozco que estoy más familiarizada con la literatura inglesa y americana que con la española pero considero que en esta batalla toda lírica debe poder participar, pues el tema es universal.

               Que conste que esto no es un meme, sólo un diálogo abierto, que, de prosperar, haría las delicias de los expertos en Literatura Comparada.

               Así que, tras Gray, ofrezco un gesto de cortesía duelística con los poemas 129 y 130 de In Memoriam, 1850, de Lord Tennyson.

Dear friend, far off, my lost desire,

  So far, so near in woe and weal,

  O loved the most, when most I feel

There is a lower and a higher;

                    .

Known and unknown, human, divine;

  Sweet human hands and lips and eye;

  Dear heavenly friend that canst not die,

Mine, mine, forever, ever mine;

                    .

Strange friend, past, present, and to be;

  Loved deeplier, darklier understood;

  Behold, I dream a dream of good,

And mingle all the world with thee.

                    …..

Thy voice is on the rolling air

  I hear thee where the waters run;

  Thou standest in the rising sun,

And in the setting thou art fair.

                    .

What art thou then? I cannot guess;

  But though I seem in star and flower

  To feel thee some diffusive power,

I do not therefore love thee less.

                    .

My love involves the love before;

  My love is vaster passion now;

  Tho’ mix’d with God and Nature thou,

I seem to love thee more and more.

                    .

Far off thou art, but ever nigh;

  I have thee still, and I rejoice;

  I prosper, circled with thy voice;

I shall not lose thee tho’ I die.    

2 pensamientos en “Amor, muerte y poesía

  1. Déjame adelantar unas palabras en prosa que me consuelan cuando pienso en amor y muerte, están en la carta de A. Einstein en 1955, poco antes de morir, a la familia de su amigo de juventud M. Besso que acaba de hacerlo:

    ‘Se me adelantó en la partida de este mundo extraño.No quiere decir nada.Para nosotros,físicos creyentes, la separación entre pasado, presente y futuro no es más que una ilusión, por tenaz que sea’.

  2. Touché.
    Para Emily Dickinson, sin embargo, las cosas pintaban muy distintas, de esa manera que ninguno de nosotros quisiera pero todos en el fondo tememos, acaso Einstein también…

    ‘I felt a Funeral, in my Brain,
    And mourners to and fro
    Kept treading -treading- till it seemed
    That Sense was breaking through-

    And when they all were seated,
    A Service, like a drum-
    Kept beating -beating- till I thought
    My Mind was going numb-

    And then I heard them lift a Box
    And creak across my Soul
    With those same Boots of Lead, again,
    Then Space – began to toll,

    As all the Heavens were a Bell,
    And Being, but an Ear,
    And I, and Silence, some strange Race
    Wrecked, solitary, here-

    And then a Plank in Reason, broke,
    And I dropped down, and down-
    And hit a World, at every plunge,
    And Finished knowing -then-‘

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